Clarissa Pinkola Estés tiene un doctorado en Psicología Clínica y estudios interculturales, cantadora o mesemondó, que quiere decir, heredera de las ancianas húngaras que transmiten oralmente sus tradiciones en forma de relatos. Pinkola utiliza los cuentos para curar a sus pacientes teniendo en cuenta que la psiquis se manifiesta en cada personaje escogido, se descubre la mente y el alma, las luchas y tormentas que se vive en cada persona, en este caso en cada mujer.
Tardó más de veinticinco años escribiendo este libro, porque se dedicó a indagar en los cuentos populares y en leyendas de distintas procedencias que hablan de la “mujer salvaje”.
A través de esta recopilación de cuentos Clarissa Pinkola les permite a las lectoras identificarse con esa fuerza que tienen ciertas especies de lobos, el canis lupus y el canis rufus. Una fuerza con una capacidad de afecto elevada.
La mujer que corre con los lobos entrega unos arquetipos que son fáciles de identificar en nuestra naturaleza femenina. Somos intuitivas, apasionadas, indómitas, pero sobre todo somos una fuerza que regala la certeza de estar haciendo lo correcto, sea esto o aquello, pero si nos dejamos guiar por ella. Cuando una mujer descubre esa fuerza y se identifica con ella es capaz de todo: de cambiar su estado civil, cambiar de trabajo, recorrer el mundo, reclamar su soledad y romper normas.
Esa fuerza femenina, nos dice Pinkola Estés, trasciende cualquier nombre y entrelaza muchas otras fuerzas vitales. A través de estos relatos podremos recuperar “huesos perdidos”, encontrarnos con la loba que lucha ferozmente por lo que merece vivir y que suelta aquello que debe morir.
Un disfrute haber leído este libro que trabajaremos a diario.
Dejo algunas frases que tengo subrayadas, solo algunas, todo el libro merece ser subrayado y estudiado.
Ser nosotros mismos nos causa ser exilados por muchos otros. Sin embargo, cumplir con lo que otros quieren nos causa exilarnos de nosotros mismos.
Ser fuerte no significa hacer brotar músculos y flexión. Significa encontrarse con lo luminoso de uno sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje de una manera propia. Significa ser capaz de aprender, ser capaz de sostener lo que sabemos. Significa sostenerse y vivir.
La mejor tierra para sembrar y hacer crecer algo nuevo otra vez está en el fondo. En ese sentido, tocar fondo, aunque extremadamente doloroso, es también el terreno de siembra.
Si vivimos como respiramos, tomando y soltando, no podremos equivocarnos.
Para amar el placer se requiere de muy poco. Para amar verdaderamente se requiere de un héroe que pueda manejar su propio miedo.
Si es amor lo que estamos haciendo, aún cuando nos sentimos aprehensivos o asustados estamos dispuestos a tocar lo no hermoso [y también lo todavía no hermoso] en el otro y en nosotros mismos.
Si has intentado encajar en algún molde y no lo has conseguido, probablemente has tenido suerte. Es posible que seas una exiliada, pero has protegido tu alma... Es peor permanecer en el lugar que no nos corresponde en absoluto que andar perdidas durante algún tiempo, buscando el parentesco psíquico y espiritual que necesitamos. Jamás es un error buscar lo que una necesita. Jamás.
Seguimos haciendo camino, seguimos leyendo, estudiando, haciendo poesía , aprendiendo y aprehendiendo. Todo en gerundio, en plena acción.
Un abrazo fuerte y sostenido en el aleteo amoroso de la poesía.