VILLA DE LEYVA EN UN PARPADEO



©Textos y fotogafías de Susana Jiménez  Agosto 29-30-31/2014

Un paseo por Villa de Leyva, municipio colombiano del departamento de Boyacá. Fundada en 1572  y declarada monumento nacional desde 1954. Se caracteriza por conservar su arquitectura colonial, y por sus variados paisajes rurales que van desde la zona de páramo con sus nacimientos y reservorios de agua hasta la zona desértica. Un municipio que es una poesía porque en poco espacio concentra hermosas imágenes que tienen voz propia.


La enorme plaza principal, 14.000 mts cuadrados empedrados se encuentra escoltada por viejos edificios coloniales y muy cerca la cordillera oriental que se asoma como queriendo bajar hasta donde estamos los turistas y participar del espectáculo multicolor que cubre el cielo Villaleyvano con el desfile de miles de cometas.


Mis ojos volaron en medio de los  colores que se mecían en el cielo y mi nombre se elevó en forma de estrella de papel para alcanzar el futuro que solo conocen los dioses.


En medio de luces, colores y contrastes, la naturaleza aflora en el interior de las construcciones para hacer más agradable si se puede el recorrido.


Un instante, un rumor para la vista… colores que saben a presente y sin embargo quieren permanecer para el futuro.




Sin esfuerzo, esta flor (ave del paraíso) nos entrega su melodía en colores y nos embelesa con su altivez sin importar cuanto puede durar su belleza.



El tiempo corre y no hay cansancio, se podría estar horas observando cómo cambian los colores. No hay prisa, no se apura el momento, solo nos dejamos invadir por el ocre, las luces tenues, la música que suena en la plaza y que nos llevamos en el alma.


Saliendo del pueblo, a mitad del camino entre Villa de Leyva y  Santa Sofía, nos encontramos con “Los pozos azules” . Cinco pozos que están coloreados por las sales de azufre que se encuentran en sus aguas en medio de una zona desértica. Su color es tan intenso que a veces dudas de lo que estás viendo; un realismo mágico como llamaba Gabriel García Márquez a estas estampas de mi país.


Colores del agua que contrastan con los matices del desierto… así pueden ser algunos momentos en nuestras vidas, un lecho de aridez y savia. 
Un espacio lleno de tranquilidad, un ambiente que te invita a meditar y la vivencia en todo su esplendor. 


Pasos que impulsan la sangre y me llevan a descubrir otros colores dentro de la misma gama del remanso verde-azul. La pasión no es cobarde y  yo la llevo conmigo, me adentro a descubrir las visiones que este nuevo espejo me regalará.



Solo por un momento me detengo a ver el amor en su máxima expresión; un sentimiento de plenitud le entrega este paisaje a mis ojos, entonces lo escucho y lo saboreo embriagada de esta perfecta armonía. Una hermosa sensación me invade toda y me lleva a sentir los recuerdos en la piel que ahora es color zafiro - esmeralda, color azul silencio… azul –verde esperanza.