El año pasado vi una película
llena de inocencia que muchos podrían catalogar como mala por lo ligera. A mí
me hizo pasar un buen momento y me dejó sembrada una curiosidad. La próxima vez
que pasara por New York, iría a leer los diferentes mensajes que han dejado en
las bancas del parque. Sí, el solo hecho de haberlo imaginado y soñado durante
meses me mantuvo con una gran sonrisa.
No me detendré a comentar la película,
ella solo despertó el deseo de recorrer las bancas y es acerca de esta
experiencia de la que quiero hablar.
Caminar por el Central Park puede
ser toda una aventura. Entrar a ese pulmón de Manhattan y dejarse abrazar por
sus árboles y caminos es un momento que queda en tu memoria para siempre. No lo
puedes recorrer en un solo día, dicen que es más grande que Mónaco o Ciudad de Vaticano,
así que hay que entrar ahí con calma, pero con la urgencia de memorizar la
vida.
Ya había estado tres veces en
este parque pero tengo que reconocer que no me había detenido a leer los mensajes.
Desde cada banca tienes una vista preciosa que te invita a la contemplación o al disfrute porque
siempre hay músicos y artistas mostrando lo que hacen, o simplemente te invitan
a que descanses.
Desde 1986 se lanzó el programa
"Adopta un banco" en el Central Park para recaudar fondos y
así mantener más de 9000 bancas que forman parte del paisaje. No todas están adoptadas,
pero casi la mitad de ellas ya tienen una placa con algún mensaje que los
donantes han decidido.
La gran mayoría son dedicadas a
personas que han partido de este mundo. Es como si quisieran compartir esa gran
pérdida y así encontrar un poco de consuelo con nuestras lecturas. Otros
mensajes son ofrecidos a sus parejas, hijos, amigos o a un episodio de la vida
que quieren participar. Estas placas cuentan más de lo que ahí se alcanza a leer,
es un bello juego para los que amamos soñar. ¡Imaginarnos qué hay detrás de
cada dedicatoria!
Leyéndolas me encontré varias
veces riendo, sonriendo con nostalgia, emocionada y hasta incrédula por algunas
fechas. Aquí hay corazones y mucho amor que te llevan a sentir con estos
protagonistas. Te llenas de preguntas cuando lees y al no tener respuestas
puedes elegir creer que ese esposo ya superó un poco la muerte de su ser
querido, que aquellos novios siguen juntos, o que aquellos amantes han vuelto a
verse a pesar del camino…, en fin, vas recorriendo recuerdos ajenos y así van
llegando los tuyos. Es sentirte acompañada aunque vayas caminando sola, no sé
cómo explicarlo pero es algo hermoso.
De alguna manera te sientes enamorada
de nuevo.
Ahora entiendo por qué estos bancos
tienen tanto sentido. No están desamparados, no son simples bancos, están envueltos
en historias y en los recuerdos que
regamos los que vamos a leerles. Ahora no puedo ver un banco sin dedicatoria
porque enseguida le regalo un mensaje y pienso que se merece también un cobijo.
Si te dieran la oportunidad de
regalar una dedicatoria en una banca, ¿a quién se la regalarías? , ¿qué dirías
en esta banca?
Texto y fotografías: Susana Jiménez Palmera.