Reseña.
Contra el Viento del Norte
En esta semana me enviaron dos libros de regalo, buscando un poco acerca del autor descubro que fue finalista del prestigioso premio German Book Price con su libro “Contra el viento del norte”, libro que se ha traducido a más de 20 idiomas con ventas superiores a los dos millones de ejemplares.
Contra Viento del Norte tiene una segunda parte para el que quiere indagar más allá. Para algunos ha sido una desilusión el segundo libro que se llama “Cada siete olas” y hubiesen preferido quedarse con el final abierto que entregaba la primera parte, pero personalmente leí los dos libros y me encantaron.
Contra el viento del norte podría considerarse una versión moderna del género que conocemos como epistolar. Al principio puede parecer un libro simple, pero al tener una estructura inusual resulta innovador y te va enganchando. No hay un inicio, un nudo y un desenlace presentado de forma tradicional. Es una historia que se desarrolla a través de correos electrónicos entre dos personas que hacen contacto por una equivocación. Emmí Rothner envía un correo electrónico para anular su suscripción en una revista pero comete un error al escribir la dirección y termina llegando a la bandeja de entrada de un tal Leo Leike. Desde ese momento comienza el intercambio de correos, nace una amistad que más tarde se convierte en un amor profundo y apasionado.
Sí, puede sonar a tema trillado en estos tiempos que se puede hacer casi de todo por internet, pero la manera como lo presenta Daniel Glattauer es lo que hace este libro diferente. La prosa es cuidada, los personajes, Emmi Rothner y Leo Leike mantienen sus propios estilos para expresarse, logras saber a medida que avanza la novela cuando escribe uno o el otro sin necesidad de ver los nombres que firman el correo. A pesar de su sencillez se nota el cuidado en todo, desde el asunto que escriben en sus correos muchas veces hasta en los signos de puntuación que te llevan por las emociones de estos mensajes y lo vives de tal manera que te resulta difícil parar. A mí me resultaron casi que adictivos.
Algunos rasgos de Emmi Rothner: Espontanea, algo acelerada, escribe como habla, no hay muchas pausas en sus escritos como tampoco en su vida real. Por su espontaneidad algunas veces aparece con una lengua afilada, ávida de encontrar vida para su vida monótona que lleva al lado de su marido y sus dos hijos.
Algunos rasgos de Leo Leike: Serio, correcto, culto, un hombre prevenido porque acaba de terminar una relación pero no es un hombre con miedos. Leo es sutil, romántico, con un gran sentido del humor pero algunas veces le cuesta leer entre líneas lo que le dice Emmi. Leo es soñador y cree que puede encontrar en una sola persona TODO.
La relación es creíble, no dista de cualquiera otra que se pueda hacer en la vida real. Te mete en la historia y personalmente viví con ellos en medio de un carrusel de emociones.
El titulo: Una bella metáfora. El viento puede ser cualquier cosa, pero aquí es lo que no dejaba dormir a Emmi.
Ahora dejo unas frases que me gustaron antes de pasar a la segunda parte.
“No necesito saber qué aspecto tienes si me das semejantes respuestas, Emmi. Ya te imagino”.
“No hay ninguna otra persona a nuestro alrededor. No vivimos en ninguna parte. No tenemos edad. No tenemos rostro. No hacemos distinción entre el día y la
noche. No vivimos en ninguna época. Lo único que tenemos son nuestras dos pantallas, cada cual de manera estricta y secreta por su cuenta, y compartimos una afición: nos interesamos por una persona absolutamente desconocida”.
“Tú no eres una persona cualquiera. Si hay una persona que no es cualquiera, ése eres tú. Y menos para mí. Eres como una segunda voz dentro de mí, que me acompaña día a día”.
“Pienso mucho en ti, temprano, por la mañana, al mediodía, por la tarde, por la noche, en los intervalos, un rato antes y un rato después de cada intervalo. Y también durante".
“Los viejos tiempos no pueden repetirse. Como su nombre indica, son viejos. Los nuevos tiempos nunca pueden ser como los viejos. Cuando lo intentan, parecen viejos y agotados, como quienes los echan de menos. Nunca deberían añorarse los viejos tiempos”.
“¿Quieres venir a casa? Apagaremos la luz. No tenemos por qué vernos. Sólo quiero sentirte, Emmi. Cerraré los ojos”.
“Me da igual qué aspecto tengas, mientras yo pueda verte tal como quiero”.
“No reduzcas siempre nuestra relación al hecho de que dormimos juntos mentalmente de vez en cuando”.
“Hoy no puedo dormir. ¿Te he hablado alguna vez del viento del norte? No me sienta bien el viento del norte cuando tengo la ventana abierta. Sería bueno que me escribieras unas palabras más. Escribe simplemente: pues cierra la ventana”.
“Eres bueno contra el viento del norte”
“Escribir es como besar, pero sin labios. Escribir es besar con la mente”.
Cada Siete Olas
Después de conocer la hermosa historia que comenzaron Emmi Rothner y Leo Leike a través de correos electrónicos, quise saber qué iba a pasar cuando estos dos personajes se encontraran cara a cara después de haberse despertado tantos sentimientos. Esta historia de amor por internet muy común en nuestros días debía dar un paso y saltar de lo virtual a lo real.
Desde mi orilla, como una simple lectora me atrevería a decir que Daniel Glattauer nos entrega esta segunda parte con mucho realismo y sin caer en la cursilería. Ha pasado más de un año desde que esta pareja se envió el último correo. Por circunstancias que no quiero mencionar no pudieron concretar su encuentro en el libro “Contra el viento del norte” y en esta segunda parte el autor nos lo permite vivir.
Para algunos esta segunda parte es decepcionante, para mí fue una hermosa oportunidad ya que pude conocer más de ellos, descubrir cómo el tiempo talla en una relación pero lo esencial se mantiene. En un año pasan muchas cosas en la vida de Leo Like, sin embargo el sentimiento de él hacia Emmi sigue vivo y es capaz de reanudar el intercambio de correos con sentimientos más honestos. Los diálogos son más largos, se atreven más y sucede el encuentro. El final… el que debería ser…o no.
El título: hace referencia a una metáfora que se relaciona con la hermosa teoría que indica que las seis primeras olas del mar llegan tranquilas al mismo sitio y que la séptima puede llegar para arrasar con todo. El siete siempre ha sido un número cabalístico, un número que une lo divino y lo humano.
Ahora dejo algunas frases que me gustaron y los invito a leer a quienes pasen por aquí.
“Tu vives tu vida. Yo vivo mi vida. Y el resto lo vivimos juntos".
Las heridas no duelen menos cuando te obsesionas con repartirlas entre sus posibles causantes. Después de hacerle pagar algo a alguien, siempre te vuelves todavía más pobre de lo que eras”.
“La huida nunca es el final, sólo su retraso".
“Porque al fin y al cabo todo fin también es un principio".
“¿Para qué vale la pena vivir si no es para las ilusiones de todo?".
“La realidad: «Una sola persona no es capaz de dárselo todo a alguien». Mi ilusión: «No obstante, tendría que desearlo. Y no debería dejar de intentarlo nunca".
“No fueron unas idílicas vacaciones de reconciliación, fueron unas armoniosas vacaciones de costumbre. En la escala de las buenas vacaciones, ésas son las dos posibilidades más distantes entre sí desde el punto de vista emocional”.
“La pretensión, la intención, el objetivo. Las aventuras se tienen para vivirlas. Juntos se sale para seguir juntos y tal vez algún día llegar a vivir juntos en buena armonía”.
“Los sentimientos se manifiestan cuando se sienten. Engañar es ocultar los sentimientos”.
“Tengo en mí gigantescos armarios y baúles repletos de emociones referidas a ti. Pero también tengo la llave correspondiente”.
Me encantó esa mirada que entrega Daniel Glattauer sobre una relación amorosa que comienza siendo virtual. Soy una enamorada del amor, no hay
caso.
Un abrazo fuerte y sostenido, en pleno aleteo del amor.